jueves, 20 de noviembre de 2008

::: ¿Que convierte a los niños en homofobos?

Aborda el diario francés Le Monde la homofobia en la infancia
"¡Puto!" es un insulto que se escucha en los pasillos de las escuelas francesas desde la primaria, donde no se sabe muy bien de dónde viene pero que se usa, y continúa su utilización hasta la universidad, donde se emplea con todo conocimiento de causa.

En su edición en línea, el periódico galo Le Monde publicó un reportaje sobre el tema. “En nuestro papel de educadores, la lucha contra la homofobia es un elemento primordial”; se expresó así el Ministro de la Educación de Francia, Xavier Darcos, en entrevista para la revista gay Tetu. Por vez primera, la lucha contra la homofobia figura dentro de los diez principales lineamientos prioritarios asignados a los directores escolares.

Es así que, durante el primer trimestre del año, se inició una campaña de promoción de la línea Azur, creada por SIDA Info Service, un servicio telefónico de ayuda e información acerca del sida y de la orientación sexual.

A diferencia del racismo o del antisemitismo, la homofobia es un sentimiento de origen complejo que se ancla en la identidad sexual de cada persona. “Al principio, los lactantes se encuentran en un ambiente de neutralidad y bisexualidad física”, explica Serge Hefez, psiquiatra y psicoanalista. “Están inmersos tanto en elementos masculinos como femeninos, y no es sino a través de un entrenamiento difícil que se reconocerán como hombres o mujeres”.

Progresivamente, el hombre se reconoce por rechazo a lo femenino. Se sabe penetrante, activo y dominante en contraste con aquello que es penetrado, dulce, pasivo. La sociedad se encargará de demarcar aún más la separación con la inserción de estereotipos a veces caricaturescos. “Todo este trabajo logra que el hombre tenga terror a todo aquello que tenga que ver con el ser penetrado y el ser pasivo”, prosigue Hefez. Entonces, los niños que tengan comportamientos femeninos suscitarán una reacción de rechazo en sus compañeros, debido al difícil camino que ha sido para ellos asumirse como hombres.

Esta angustia, que desaparece más o menos a los seis años, resurge en la adolescencia. En esta ocasión no se trata ya de construir su identidad sexual, sino de asumir su preferencia sexual. “Durante esta etapa, la homofobia puede ser central”, agrega Hefez, quien indica que los chicos no soportan situación alguna que les ponga en entredicho la construcción de su identidad.

Incomodidad y angustia

Para la psicóloga clínica Murielle Turchi, “todo adolescente atraviesa por una etapa de homofobia como parte de la formación de su desarrollo psicosexual.” Durante este periodo, los fantasmas infantiles inconscientes ligados al acto sexual se reactivan. Este acto sexual provoca miedo y se percibe como hostil, más si se realiza por dos hombres. Como se tiene miedo tanto por el acto sexual como por el hecho de no reconocer el propio cuerpo, el adolescente se refugia en un hiperconformismo característico de esta etapa. “La homofobia parece ser la herramienta con la cual se conserva el buen camino hacia la virilidad heterosexual”, agrega Turchi.

Dicho periodo homófobo, más presente en hombres que en mujeres, se prolongará más o menos según la historia de cada uno de los jóvenes. Para Eric Verdir, “entre más homófobo se es, más se pierde la bisexualidad no asumida”. Una vez en la edad adulta, aquellos con menor homofobia serán los que se encuentren más a gusto con su identidad sexual.

Jacques Lizé, presidente de SOS-Homofobia, distingue a través de todos los insultos hacia los homosexuales, tres componentes principales de la homofobia. El primero de ellos, el homosexual como transgresor de los roles tradicionales a través de insultos como “loca”, “mariposa”, etc. El segundo, el homosexual como un obcecado sexual con insultos como “enculado”. Estos dos componentes están ligados a la condena de la iglesia que consagra a la sexualidad como un método de reproducción y no de placer. El tercer y último componente es el homosexual como ente sospechoso dentro de la sociedad, con insultos como “pederasta”.

Para prevenir la homofobia, es entonces fundamental que “los educadores y los padres de familia intervengan y reafirmen con sus hijos adolescentes su sexualidad y los conceptos como el amor y la diferencia”, asegura Murielle Turchi. Es importante mencionar, sin embargo, que las organizaciones civiles contra la homofobia aún no obtienen permiso para presentarse dentro de los salones de clase. Para levantar las restricciones, el grupo Halde (la alta autoridad en contra de las discriminaciones) se ha reunido junto con representantes de la educación nacional, las asociaciones de padres de familia y las asociaciones estudiantiles, tratando de negociar que dicho bloqueo se levante.

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